Breve Historia del Maestro Gohen Yamaguchi.
"El maestro Yamaguchi llegó a conseguir el quinto Dan de cinturón negro y mantenia este sistema de grados en su escuela como hacían antiguamente. Tenía su Dojo al norte de Okinawa, en una aldea pesquera que ya casi nadie recuerda, pero a él sí que le recuerdan como el Maestro del Cinturón Blanco.
Su leyenda dice que cierto día vio cómo algunos de sus alumnos rivalizaban entre sí por ocupar puestos de privilegio en el tatami según su antigüedad, algo normal por otra parte, y aunque no le gustó, tampoco le prestó demasiada atención. No obstante, poco a poco se fue percatando del ansia de algunos de sus discípulos por ganar los cinturones más elevados para forjarse una posición social o para sacar beneficios económicos. Pensando que el espíritu del kárate podría perderse por individuos como estos, se sumió en una profunda tristeza. Fue tal su abatimiento que a punto estuvo de cerrar el Dojo, hasta que cierta mañana encontró la solución. Como cada día, entró lentamente en clase, pero algo en él había cambiado. ¡En su karategui llevaba un cinturón blanco! Además, ocupó el último lugar en el tatami. Todos sus alumnos se quedaron estupefactos. ¡Uno de los mejores maestros del mundo llevando un cinturón blanco! Inmediatamente algunos se quitaron su cinta y la arrojaron al suelo. No podían permitir que su maestro se mostrase por debajo de ellos. Pero otros no lo hicieron. Sensei Yamaguchi nunca se quitó ya más ese cinturón ni otorgó kyus ni danes. Cuando la gente le preguntaba por qué, él siempre contestaba: - Porque en el kárate siempre se está aprendiendo...
Poco a poco los alumnos que buscaban otra cosa distinta a la esencia de las artes marciales fueron abandonándole para irse con otros maestros que sí les otorgasen cinturones, y finalmente el Dojo de Sensei Yamaguchi acabó cerrando. No obstante, se le solía ver entrenando en la montaña o en la playa, a solas o con muy pocos alumnos. Dicen que su kárate, como su espíritu, siempre fue puro, como el agua cristalina, y que esa misma alma todavía ronda Okinawa al abrigo de las familias que estudiaron a su lado, gente que lleva el kárate en el corazón, no en la cintura, pues de la cintura es fácil que se te suba a la cabeza.”