domingo, 3 de abril de 2016



“Dicen que las alegrías, cuando se comparten, se agrandan.
Y que en cambio, con las penas pasa al revés. Se achican.
Tal vez lo que sucede, es que al compartir, lo que se dilata es el corazón.
Y un corazón dilatado esta mejor capacitado para gozar de las alegrías
y mejor defendido para que las penas no nos lastimen por dentro.”

 
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Es deber de cada uno de los miembros de este país, preservar un presente que nos permita sentar las bases de un futuro a construir por esa generación de relevo, pero para que eso pueda ocurrir, necesitamos unas condiciones de libertad, de seguridad, de garantía de vida, y no solo vivir, sino vivir con calidad. El artículo 3 de la declaración Universal de los Derechos Humanos dice: "Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona", además la constitución de la República Bolivariana de Venezuela expresa en su artículo 19:El Estado garantizará a toda persona, conforme al principio de progresividad y sin discriminación alguna, el goce y ejercicio irrenunciable, indivisible e interdependiente de los derechos humanos. Su respeto y garantía son obligatorios para los órganos del Poder Público de conformidad con la Constitución, los tratados sobre derechos humanos suscritos y ratificados por la República y las leyes que los desarrollen. ¿Que pasa con esta obligación del estado?, ¿son letras muertas?, ¿o es que realmente están convencido que no hay tal inseguridad y que solo es una percepción?

La inseguridad en Venezuela es una realidad, sino pregúntenme a mi, al resto de mi familia, a los que han tenido la penosa obligacion de entrar a una carcel en venezuela que ya definitivamente es el infierno terrenal, a los miles de personas de ojos rojos y húmedos, que con trajes negros y tristeza de alma hacen guardia en las morgues de este país, a los que acuden al vecino pidiendo dinero prestado, porque alguien le arrebató a mano armada el producto de su trabajo, a los niños que aun sin comprender el presente les espera un negro futuro por la perdida de un padre, madre o familiar cercano. Pero es bueno que sepan los encargados de nuestra seguridad, que la percepción de la inseguridad es aun más dañina que el tiro, el arrebatón o el atraco. El estar consciente de una sensación de riesgo permanente como el de Venezuela, produce heridas ocultas, con síntomas en diferentes esferas de nuestra bio - psicosocial integridad. Alteraciones que van desde taquicardia dolores de cabeza, ansiedad generalizada, depresión, insomnio, problemas de la memoria, desesperanza, incluso reacciones de irritabilidad, violencia, divorcios, hogares disfuncionales y algo que no medimos, y que salta a la vista, la perdida de libertad individual...es lamentable, pero cada familia venezolana entra ya dentro de las estadisticas de la inseguridad y lo peor es que cada vez nos acostumbramos mas y mas...
Aunado a ello, en el caso venezolano, sumaría la situación política, la polarización, la intolerancia, el odio y, naturalmente, la crítica situación del contexto de violencia generalizada que vive el país, que tiene como colofón el hecho de que los cuerpos de policías no tienen ningún tipo de dignificación y, además, la enorme cantidad de armas que circulan en la calle...ya ni siquiera en las fuerzas publicas puedes confiar, son muchos los testimonios de personas abusadas por la corrupcion que acompaña a los cuerpos de seguridad del estado, cuanta matraca, cuanta corrupcion y cuanto mas..?
La inseguridad y principalmente la criminalidad en el país, representan la mayor angustia de los ciudadanos, cuestión que debe motivar un profundo debate desligado del prejuicio producto de la actual conflictividad política, puesto que este fenómeno social ha tomado cuerpo desde hace 16 años y no diferencia entre un color y otro, hasta ahora, los gobiernos que hemos tenido no han definido planes que ataquen al mal desde la raíz.
Es muy triste ver como mi pais se cae a pedazos y como esto que ahora comparto y reflexiono se convierte en letras muertas que nadie escuchara y pocos entenderan hasta que no lo vivan en carne propia...